En la antigüedad se vertía agua salada sobre las campanas de los templos para beneficiar la comunicación con Dios; ya los romanos le adjudicaban a la sal el poder de alejar la mala energía. En tiempos remotos, se consideraba que la maldad ocupaba el laso izquierdo del cuerpo y que el bien estaba en la mitad derecha; la tradición de arrojar sal por sobre el hombros izquierdo surge allí, dado que esa era la forma de neutralizar a los malos espíritus que esperaban su momento para actuar.
Más allá de las creencias antiguas, en la actualidad la sal se utiliza en diversos hechizos, fáciles de realizar.
- Depuración de un ambiente
En situaciones en las que se perciben ondas negativas dentro del hogar o en una habitación en particular, se puede recurrir a un ritual de purificación. Consiste en situarse en el centro del lugar con un recipiente que contenga sal marina o de roca (sin yodo), y esparcirla girando lentamente en el sentido de las agujas del reloj, lo cual limpia el aire y toda la habitación (también conviene colocar sal especialmente en las esquinas); se deja unos minutos y se pasa la aspiradora.
- Reanimar la energía personal
Mediante un baño o ducha es posible eliminar las vibraciones negativas y renovar la energía propia. En la tina se agrega sal al agua, y el cambio del estado sólido al líquido genera una circulación de vibraciones que barren lo negativo; es aconsejable que al realizar el baño se enfoquen los pensamientos hacia lo que se quiere combatir (problemas, enfermedades, percances financieros) y se visualicen alejándose del cuerpo y cayendo al agua donde son anulados. Si se realiza en la ducha se puede usar sal gruesa colocándola en la esponja con agua, y con ella friccionar suavemente la piel. En ambos casos luego se procede al baño habitual con jabón.
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