Tengamos cuidado con las personas que pretenden estafarnos y aprovecharse de nuestra credulidad, de su labia o de las ambigüedades del lenguaje. Para reconocer a un buen tarotista, vidente, médium o cualquier persona con un talento especial para la adivinación deberíamos obtener datos concretos.
No algo que tengamos que interpretar nosotros, sino una verdad contundente, algo que no puedan deducir por el tono de voz, la situación económica general que asola al mundo o cualquier otra pista.
Haber los hay, pero no es fácil dar con gente capacitada para tratar eso asuntos. Antes de llamar a un número de tarificación adicional o consultar a un astrólogo por la tele, obsérvalo durante varios días, escucha las llamadas, presta atención a sus respuestas, a su modo de operar, si se adelanta a su interlocutor, si aporta datos precisos.
Una vez te sientas seguro o segura, haz la llamada y consulta. Hay buenos profesionales, como en todo y por desgracia, gente que quiere estafar y desprestigiar la labor de esta gente.
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